ESPAÑA INCÓMODA.

"Demasiado libertinaje en la juventud seca el corazón, y demasiada continencia atasca el espíritu".

Charles Augustin Sainte-Beuve (1804-1869) Escritor y crítico literario francés.


jueves, 6 de diciembre de 2012

Vuestra Constitución es caduca, España es eterna


              La vostra constitució és caduca, Espanya és eterna


Vuestra constitución es caduca, España es eterna. Con este lema presentamos nuestra oposición a aquellos que reivindican un patriotismo constitucional reduccionista y estático. España es algo más que un momento temporal y mental, trasciende un período histórico determinado y una ideología tan contingente como la expuesta en el documento constitucional. España, en su derramarse en el tiempo y es espacio, ha demostrado ser una voluntad en devenir, una manera de desarrollarse de un puñado de pueblos libérrimos cuyo espíritu no puede verse codificado, ni delimitado, por una Carta Magna que responde a las inquietudes de una generación.

España, como ámbito relacional y referencial de los españoles, no puede recibir su razón de ser de un documento que ha demostrado su vulnerabilidad y transitoriedad en el momento en el que un partido político la modifica arbitrariamente obedeciendo a los dictados financieros y a las voluntades de otros estados. Un lamentable espectáculo, como el ofrecido por nuestros sumisos políticos a la hora de limitar la deuda soberana, es suficiente para que la ciudadanía tome consciencia de la poca estabilidad que garantiza el texto. Esta inestabilidad imposibilita a la Constitución en su intención de erigirse como tutora de una realidad nacional.

Con respecto a su aplicación, la Constitución es poco más que verborrea y su pretendida universalidad se reduce a un mero carácter censitario ya que garantiza solamente los derechos de aquellos que se los pueden pagar. Atendiendo al artículo 47:

Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación.

La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos.”

Es esperpéntico leer un artículo de estas características cuando miles de familias españolas pierden sus viviendas, cuando el acceso a la vivienda está limitado por un salario mínimo interprofesional que difícilmente garantiza una vida por encima del umbral de la pobreza, cuando la especulación inmobiliaria cuenta con pilares sólidos en todas las formaciones políticas. Esta contradicción entre lo meramente intencional y la realidad sólo se hace posible cuando se produce un secuestro de la soberanía por parte de los mercados financieros y los intereses de clase de unos pocos.

En la práctica casi la totalidad de las disposiciones constitucionales de la sección III, que plantean los “Principios rectores de la política social económica”, son obviadas. El derecho a la sanidad, tan atenazado por las resoluciones políticas, se encuentra actualmente en vías de privatización. La promesa de garantizar políticas encaminadas a alcanzar el pleno empleo contrasta con la importación masiva de mano de obra que genera grandes bolsas de parados, de este modo devalúan el mercado de fuerza de trabajo, única mercancía que poseen las clases trabajadoras españolas que ven limitada su accesibilidad a los bienes de consumo.

Por lo tanto la Constitución no es un valor de estabilidad, no está legitimada como una referencia a la hora de marcar los objetivos de las políticas sociales, no está garantizando una soberanía nacional frente a las voluntades privadas, financieras o de otros estados, no está evitando que se produzca una apropiación del poder por parte de las clases que detentan los medios de producción. Todo esto no es poco para declarar a la Carta Magna como impotente a la hora de poder erigirse como punto de referencia de una realidad nacional que ampare a la totalidad de los españoles.

La Constitución española no es un muro que se levanta como garante de patria y justicia para los españoles. La Constitución española es un velo, que con perfume de justicia social y soberanía nacional, danza al son de las comparsas del capitalismo más salvaje.

¡¡¡Español, que la constitución no sea la guirnalda que decora las cadenas de tu esclavitud!!!


6/12/78 Requiem por España


La vostra constitució és caduca...


Justicia social contra vuestra constitución podrida



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