Como el que resiste, o el disidente, el rebelde es la prueba de que una alternativa es siempre posible, rebelión no solo ligada a las circunstancias; es de orden existencial. El rebelde siente físicamente la impostura, la siente instintivamente. Disidente se hace, rebelde se nace. El rebelde es rebelde porque cualquier otro modo de ser le es imposible. El resistente deja de combatir cuando carece de instrumentos. Pero el rebelde aún en prisión, continua su rebelión, por ello puede ser considerado un perdedor, sin embargo, no es vencido jamás. Los rebeldes no siempre pueden cambiar el mundo, pero el mundo nunca ha logrado cambiarlos.
Ante un mundo hacia el cual siente desprecio o disgusto., el rebelde no puede considerar satisfactoria la indiferencia, que es demasiado cercana a la neutralidad. El rebelde esta hecho para la lucha, aunque la misma sea sin esperanza. No es un renunciante. El rebelde se siente extraño en el mundo que habita, sin todavía desear dejar de habitarlo: sabe que se puede nadar contra la corriente a condición de no abandonar el lecho del río.
Pertenece a esa minoría que en todas las épocas prefirió el peligro a la esclavitud, sabe que el respeto de si siempre debe ser conquistado. Su alejamiento, puramente interior, no impide el contacto, dado que tal contacto es necesario para la lucha.
Robert de Herte.
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