El plan soberanista de Artur Mas ha recibido este domingo un serio varapalo por parte de los electores catalanes, que han apostado por mantener a Convergència i Unió en el Gobierno de la Generalitat pero muy alejada de la “mayoría excepcional” que habían pedido los nacionalistas. La victoria de Artur Mas ha sido mucho menor de lo que esperaban los nacionalistas cuando adelantaron las elecciones dos años. Entonces el objetivo indisimulado era llegar a la mayoría absoluta y poder gestionar sin ataduras el proceso soberanista. No solo se ha quedado lejos de la mayoría absoluta, sino que ha empeorado, y mucho, los resultados respecto a 2010, algo que los nacionalistas no habían previsto y que ahora amenaza la arquitectura del proyecto de Artur Mas. CiU ha ganado las elecciones, pero Mas ha salido derrotado.
El Parlamento catalán surgido de las urnas sigue teniendo una clara mayoría soberanista, algo que en principio permitiría a Artur Mas continuar adelante con su agenda de convocar una consulta de autodeterminación. Pero en caso que el líder nacionalista se mantenga en esta senda, algo que todavía no está nada claro, tendrá que hacerlo condicionado por Esquerra Republicana, que, con el 95% del voto escrutado es la segunda fuerza política catalana, aunque con 35.000 votos menos que el Partit dels Socialistes de Catalunya. El voto soberanista se ha fragmentado en hasta cuatro formaciones de muy diversa ideología que impedirá un frente estable.
Si Convergència i Unió pretendía capitalizar el fragor independentista surgido de la manifestación de la Diada, finalmente es Esquerra Republicana quien lo ha hecho. Y es también muy relevante el salto al Parlamento catalán que ha hecho la Candidatura de Unidad Popular, independentista y anticapitalista, hasta ahora representada solo en los ayuntamientos.
Se abre una etapa de inestabilidad en Convergència i Unió. El entorno de Artur Mas solo había considerado crecer en estas elecciones y tras la jornada electoral ya han dado por hecho que el presidente hará una “reflexión profunda”. Las caras largas de la noche electoral en el hotel Majestic de Barcelona, sede electoral de CiU, ponían en evidencia que se ha quebrado algo más que el proyecto soberanista del líder. A pocos minutos de las 11 de la noche, con más del 95% escrutado, el líder nacionalista seguía sin dirigirse a la militancia. Todo era desesperación.
Las elecciones, pues, no han servido para empujar el plan soberanista de Artur Mas. Sí han servido para acentuar el desgaste del Partit dels Socialistes de Catalunya, principal referente de la izquierda catalana los últimos 30 años. Los socialistas catalanes han pagado los serios problemas que han tenido para definir su proyecto y plantear una alternativa al plan soberanista de Artur Mas y han perdido la segunda posición, aunque con 35.000 votos más que ERC, ahora la segunda fuerza política en Cataluña. CiU sí habría conseguido aquí acabar de debilitar a su eterno rival, que quedará más diluido que nunca en una oposición muy fragmentada.
Los socialistas catalanes han perdido ocho de los 28 diputados que lograron en 2010 y este resultado era ya el peor de su historia. La crisis interna está pues casi garantizada y el sector crítico del PSC, el más catalanista, ya ha comenzado a pedir responsabilidades a la dirección. Lo único que puede contener los problemas internos del PSC son las crisis que se puedan abrir ahora en Convergència i Unió por el fracaso del plan soberanista de Artur Mas. Pero los problemas son profundos en el PSC como lo indica el hecho que quedaran cuartos en la ciudad de Barcelona, por detrás de CiU, PP y ERC. En su feudo del Baix Llobregat los socialistas ganaron, pero han cedido otros tres puntos.
El Partido Popular ha perdido la oportunidad de capitalizar una campaña en la que lo tenía casi todo a favor. Centrado en el proceso soberanista, se ha hablado poco de economía, algo que en principio favorecía los intereses del PP. Con ello Alicia Sánchez-Camacho, candidata popular, ha parado el golpe e incluso ha logrado un pequeño crecimiento, al que sacará todo el rédito porque su resultado brilla más gracias al descenso del PSC.
Los catalanes han castigado de forma desigual el bloque político CiU-PP que con sus constantes pactos en el Parlamento catalán han impuesto los recortes más duros de todas las autonomías. El bloque sumaba 80 diputados durante esta legislatura, mientras que ahora solo sumará 69, una mayoría muy ajustada. O sea, que CiU tendrá serios problemas si, aparcado el plan soberanista, quiere volver a apoyarse en el PP.
Esquerra Republicana ha sido el gran triunfador de la noche. La formación de Oriol Junqueras ha capitalizado el voto de los independentistas que no confiaban en el proyecto de Artur Mas, a quien consideran un recién llegado al soberanismo. ERC ha hecho borrón y cuenta nueva a sus siete años de gobiernos tripartitos con el Partit dels Socialistes, ha renovado toda la dirección, ha cosido el discurso y ha moderado su perfil de izquierdas. Todo para centrarse en el independentismo. Los votantes le han premiado doblando los resultados de 2010 y acercando a Oriol Junqueras a la posición récord que en 2003 consiguió Josep Lluís Carod Rovira con 23 diputados. Junqueras se ha quedado con 21 y ha arrebatado al PSC la segunda posición.
Iniciativa-Esquerra Unida no ha podido capitalizar el descontento de los ciudadanos contra los recortes de Artur Mas. Pese a ser el partido que ha abanderado las protestas en el ámbito social y educativo, los ecosocialistas solo han logrado sumar tres escaños a los 10 que consiguieron en 2010. Los ecosocialistas podían apoyar sin riesgo de fracturas el proceso de Mas para convocar un referéndum pero en ningún caso sus políticas de gobierno en lo económico y lo social. Con los resultados obtenidos por Mas difícilmente hallará ahora apoyo alguno en las filas ecosocialistas, que ven al presidente catalán profundamente desgastado.
Los principales movimientos ascendentes en la izquierda hay que buscarlos en Ciutadans y la Candidatura de Unidad Popular, que han recogido voto descontento de los márgenes del sistema.
Ciutadans ha abierto su discurso, antes monopolizado por sus ataques a la discriminación positiva de la lengua catalana en el ámbito educativo y de la Educación. Su candidato, Albert Rivera ha hablado en esta campaña de corrupción y ha lanzado duras críticas al sistema bancario, con lo que este domingo ha conseguido la confianza de sectores más amplios del área metropolitana de Barcelona antes dominada en exclusiva por el PSC. El voto a Ciutadans ha sido un aviso al PSC, pero también al Partido Popular, formación que no ha conseguido capitalizar el voto contrario a la independencia. Ha votado Ciutadans muchos catalanes que no quieren la independencia de Catalunya, que han perdido la confianza en el PSC y que rechazan dar su voto al Partido Popular. El resultado fue que Albert Rivera ha pasado de tener solo tres diputados hasta los nueve.
La CUP fue el otro partido situado en los margenes del sistema que ha cosechado un buen resultado al lograr entrar en el Parlamento catalán. No lo había intentado nunca hasta la fecha pese a tener cierta implantación en los ayuntamientos, especialmente de la provincia de Girona. Con una campaña no tradicional, muy basada en las redes sociales, en el boca oreja y en actos de pequeño formato en los barrios modestos, la CUP se ha beneficiado del malestar social y de algunos votantes independentistas del movimiento 15-M.
Crónica de las elecciones catalanas extraída de: http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/11/25/catalunya/1353862311_696922.html
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