Desde que tengo memoria recuerdo las veces que junto a mis padres o sólo veía el concierto de Año Nuevo retransmitido desde Viena. Era algo entrañable e íntimamente ligado al concepto familiar de la Navidad. Incluso de monstruosa resaca me he levantado a verlo, porque en mi sentir era de obligada asistencia.
Aquella sala, los asistentes vestidos de gala y la numerosas obras de Strauss y Motzar, interpretadas con las vehemencias de directores de renombre. Para finalizar con la Marcha Radetzky acompañada con las palmas de los asistentes in situ y en las casas. Un acercamiento a la música primordial de Europa para todos aquellos que la desconocían,
motivando un despertar de la memoria de la sangre en nuestro fuero interno.
En épocas mas modernas se fueron incluyendo "squetchs" o video clips con interpretaciones de danza clásica de algunas de las piezas que interpretaba la orquesta filarmónica. Con mayor o menor acierto pero dentro de una línea clásica del sentir europeo.
He de reconocer que lo tenia un poco olvidado. La vida y su mierda moderna. Pero este año lo quise remediar. Y cual fue mi sorpresa cuando a mitad del concierto, suelen hacer un descanso, en un vídeo preparado salía un quinteto de cuerda que protagonizaba dicho vídeo, "Los Filarmónicos". Ya su aspecto físico me creo cierto rechazo que achaque a los prejuicios paranoicos que tengo según mi mujer.
Pero en el transcurso del vídeo mis sospechas empezaron a verse confirmadas. Los protagonistas eran unos supuestos turistas que daban una vuelta por la Viena Imperial en un coche de caballos. Los turistas eran unas orientales vestidas de colegiales cachondas estilo japones, una mujer color (negro) tipo abisinio o magrebí, y unos blancos que pintaban bien poco. Mas aun, la joven negra era la protagonista y en su colgante de corazón llevaba la foto de su amado, un blanco.
Las piezas clásicas empezaron a tomar un siniestro soniquete familiar, hasta que comprendí en el entusiasmo virtuosismo de los interpretes que tocaban la famosa melodía judía klezmer que todos conocemos, pero lo peor no fue eso, sino que mientras los amados se arrejuntaban, volaban por alrededor cantidades de ciudadanos multiculturales y empezaban a tocar un tema de jazz.
No pude mas, y desconecte frustrado el TV. Y recordé las famosas palabras de aquel gran hombre, cobrando sentido aun mas si cabe:
"Cada vez que me hablan de cultura, echo mano a mi revolver".
No hay comentarios:
Publicar un comentario