Si nada lo remedia, El Bocho cerrará sus puertas en febrero de 2013, tras casi 70 años sirviendo las comidas más caseras de Madrid.
La taberna El Bocho, en la calle San Roque 18, la fundaron Esteban Cedrún y su esposa Luisa en 1945. Desde entonces, esta familia se ha encargado siempre de servir comida casera en este bullicioso rincón del corazón de Madrid. Hoy son sus hijas, Loli y Luisa quienes regentan el negocio, en el que también trabaja la nieta, María, periodista reconvertida en cocinera, la tercera generación y, lamentablemente, la última.
De hecho, puede que esta tradición tiene fecha de caducidad, porque el litigio que desde hace 14 años mantiene esta familia con los propietarios del edificio en cuyo bajo se ubica está a punto de finalizar, tras decretarse la ruina económica del inmueble. "Hemos ganado todos los juicios hasta ahora, pero esto creo que ya es el final", explica con tristeza Loli que, asegura, se jubilará cuando llegue ese momento (febrero de 2013, calculan ellas).
Mientras tanto, Loli y su hermana Luisa viven al día, disfrutando de un negocio familiar en el que se criaron, y dirigen El Bocho con las mismas mimbres de entonces: "No se sirve nada congelado en esta casa". "Yo no voy a la compra, pero todos los días me traen la carne, las verduras y el pescado que necesito y todo es fresco", asegura Loli echando carbón a una cocina Hergom que lleva ahí desde los años 40 y de las que sólo hay cinco ejemplares iguales en todo Madrid.
Cada día, esta eficaz cocinera prepara un kilo de carne picada para albóndigas que dan para unas 12 raciones, y empieza haciendo un volcán con este ingrediente. En el centro echa un huevo, sal, ajo picado, nuez moscada, un poco de y vino blanco y lo remueve para que ligue bien. Después sólo hay que hacer las bolitas de carne, rebozarlas, freírlas en aceite de oliva y, cuando ya están doradas por fuera, se echan en una cazuela con los guisantes. Se les deja cocer con vino blanco y, cuando ya llevan un hervor, se añade un vaso de caldo de carne.
Loli prepara aparte la salsa: un tomate casero frito con cebolla, pimiento, sal y azúcar, que añade durante unos minutos más tarde, cuando las albóndigas ya llevan un rato cociendo en caldo y vino. Un par de chup-chup más tarde, es hora de servirlas acompañadas de patatas fritas, como lo hacen en todas las casas de España.
Para ver el vídeo y acceder al link de la noticia, visite: http://www.elmundo.es/elmundo/2012/10/25/madrid/1351175957.html
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