ESPAÑA INCÓMODA.

"Demasiado libertinaje en la juventud seca el corazón, y demasiada continencia atasca el espíritu".

Charles Augustin Sainte-Beuve (1804-1869) Escritor y crítico literario francés.


domingo, 7 de octubre de 2012

Himalaya 2012: Mucha gente, en el mismo sitio, al mismo tiempo

Llegada de alimentos a un campamento base para el ascenso a la cima del K2, en el Karakorum.


  • La masificación de algunas zonas genera un debate sobre la seguridad

  • Esta situación, sin embargo, no tiene soluciones sencillas

  • Habitualmente, las montañas más altas del mundo no están sobresaturadas

  • Sólo en algunos momentos reciben tantas visitas que la seguridad se cuestiona

  • La reciente tragedia sucedida en el monte Manaslu (8.156 m) ha reabierto en todo el mundo el debate sobre el excesivo número de alpinistas que intentan hacer cumbre en las montañas del Himalaya. Los 231 permisos concedidos por el gobierno de Nepal para esta temporada sólo para escalar el Manaslu hablan de unas cifras desmesuradas de gente que se hacina en lugares poco propicios para las masas. Junto a ello, las fotografías de la pasada primavera con largas colas de montañeros ascendiendo el monte Everest hablan a las claras de una situación cuyas soluciones no son fáciles, pero que sin duda en ocasiones sobrepasa a las autoridades y a las agencias de viajes.
    No obstante, y pese a que los números son incuestionables, las críticas a un Himalaya masificado no son justas, por no ser reales. Por ejemplo, mientras algunas fuentes cifran en unos 2.000 expedicionarios los que pasaron por el campo base del Everest la primavera pasada, en el Annapurna la cantidad de alpinistas no alcanzaba los 30. Las montañas más altas del mundo no están sobresaturadas de gente. Sólo algunas, en alguna de sus vertientes y en algunos momentos reciben tal cantidad de visitas que la seguridad de sus moradores queda en entredicho.
    "Yo desde luego no me he quejado nunca de que por ejemplo en el Everest haya tanta gente, puesto que eso significa que la montaña está muy bien equipada"
    Carlos Soria
     
    El Himalaya, en general, sigue siendo un lugar 'vacío'. Las opciones de ascencer montañas de 7.000 metros se cuentan por centenares, e incluso la mayoría de ochomiles cuentan con margen para absorber a cuantos montañeros se decidan por encararlos. El revuelo mediático que generan situaciones como las habidas últimamente enmascaran una realidad que, salvo esos casos puntuales, es completamente opuesta a la percibida por el gran público.

    Avalanchas inesperadas

    De la misma manera, la mentada "masificación" no aumenta el riesgo de accidentes por avalancha, puesto que la mayoría son difíciles de predecir, o aquellos que se producen por inesperados cambios en la meteorolgía cuyas brusquedades provocan la mayoría de los escenarios de riesgo. Tente Lagunilla, alpinista, bombero y experto en rescates de alta montaña, lo explica de la siguiente forma: "El hecho de que haya mucha gente sólo aumenta el riesgo de un mayor número de víctimas en caso de una avalancha. Suele pasar que cuando los campamentos de altura se saturan, las tiendas se tienen que montar en sitios menos protegidos".
    Dejando de lado las cuestiones decididas por la naturaleza, para muchos alpinistas, sin embargo, la presencia de más gente en las grandes montañas del Himalaya presenta considerables ventajas. "Es beneficioso porque la huella en la nieve para ascender a las montañas es más fácil de mantener; además, si hay varias expediciones, se puede repartir entre todos el trabajo que supone la colocación de cuerda fija. Y por supuesto, en caso de accidente hay más gente para poder colaborar en un posible rescate", profundiza Tente Lagunilla.
    En ese mismo sentido, Carlos Soria -que a sus 73 años acumula 40 de experiencia en el Himalaya- considera que no se puede poner puertas al campo: "A mí me parece lógico que una persona que tenga algo de dinero y le guste las montañas sueñe con escalar el Everest, que es el sitio más alto que hay en la Tierrar". "Yo desde luego no me he quejado nunca de que por ejemplo en el Everest haya tanta gente, puesto que eso significa que la montaña está muy bien equipada, y eso facilita que muchos alpinistas que van sólos puedan acometer una ascensión como esa. De otro modo, sería imposible para ellos intentar el Everest o el Lothse", continúa el alpinista abulense.

    La polémica con las agencias de alta montaña

    Entre las muchas opciones que existen para que un montañero aficionado opte por ascender una montaña de 8.000 metros, las agencias de trekking y expediciones son las más escogidas. En el caso del Everest, la cima más demandada y la más cara, por unos 60.000 euros se encargan de organizar toda la logística necesaria, y todas las comodidades, para "llevar" a sus clientes lo más alto posible mientras se den las condiciones climáticas. Agencias como Thamserku, Asian Trekking o Summit Climb llevan años trabajando, aunque cada año surgen nuevas como la reciente Seven Summitt, dirigida por el nepalí Mingma Sherpa, el único hombre en la historia en ascender los 14 ochomiles a la primera.
    Mientras la seriedad de las grandes agencias está fuera de toda duda, en Katmandú se pueden encontrar decenas de oficinas abiertas al público que ofrecen tanto trekkings inofensivos como ascensiones a grandes picos. Pero las acusaciones que reciben estas empresas sobre que no cuidan la seguridad de sus clientes no son bien recibidas por sus directores. "Es injusto que por una avalancha imprevisible se nos acuse de imprudentes", se queja Anjan Rai, director general de la agencia Thamserku. "Algo así puede pasar en cualquier sitio, esto es alta montaña. Nosotros ponemos todas las medidas de seguridad, tanto preventivas como para organizar un rescate si hace falta. Y normalmente no tiene nada que ver con el número de expediciones que estamos a la vez en una montaña".
    La preparación de los alpinistas que acuden a las grandes montañas es otra cuestión de debate. ¿Puede cualquiera subir al Everest, por más medios que se pongan a su alcance? Sito Carcavilla, alpinista y geólogo del Instituto Geológico y Minero de España, responde a la pregunta de forma contundente: "Por supuesto que no, aunque no haya que ser un supermán. Subir a una montaña de 8.000 metros, por más oxígeno y más sherpas que te ayuden, es una cosa muy seria. Físicamente ya requiere una preparación importante, y pueden suceder muchas cosas ante las que no cualquiera puede responder de forma adecuada".
    Esta misma semaña, en las páginas de El Mundo, Carlos Muñoz Repiso, alpinista y director de la revista 'Peñalara', relataba cómo a lo largo de su dilatada carrera ha podido ver a personas aprendiendo a usar materiales técnicos unos días antes de intentar una montaña del Himalaya. La escena, aparentemente increíble, es mucho más frecuente de lo que parece. La propia Expedición BBVA al Dhaulagiri la ha presenciado esta temporada. "Vimos cómo en la otra expedición que está en esta misma montaña se daban 'clases' en el glaciar para ponerse los crampones", explica Daniel Salas, alpinista y director de la productora Dokumalia. "Yo creo que hay veces que el problema no son los atascos, sino que hay gente que conduce sin carné".

    Soluciones complicadas

    ¿Existe, entonces, alguna solución que permita prevenir lo sucedido en el Manaslu? La situación actual parece indicar que no. Durante los últimos días se han levantado voces que, con buen criterio, han pedido medidas tanto al Ministerio de Turismo nepalí como a las decenas de agencias que organizan ascensiones a las grandes cimas, a quienes se acusa de pensar más en las divisas que en la seguridad de sus visitantes.
    Por el contrario, alpinistas como Carlos Soria no deducen de forma directa que la reducción de personas vaya a redundar en un menor número de accidentes por avalanchas: "No hay ninguna razón para que, por motivos de seguridad, se limite el número de gente que puede ir a una u otra montaña. Otra cosa sería por motivos de limpieza o medioambientales, pero no por la seguridad de la gente. Una cosa no tiene que ver con la otra. Al Mont Blanc en los Alpes acude muchísima más gente que al Everest, hay muchos más accidentes, y nadie se plantea prohibir que lo suba quien quiera".
    "Imagino que habrá quien se sienta molesto porque cuanta más gente suba a un ochomil cualquiera, o más especialmente si es el monte Everest, menos meritorio parece", reflexiona Carlos Soria. "Pero yo no estoy de acuerdo. Subir una de esas montañas es una experiencia que sigue siendo memorable. Y en mi opinión, todo el mundo tiene derecho a vivirla si tiene capacidad para hacerlo y, sobre todo, si es lo que realmente le apetece hacer en la vida. Y por supuesto, si respetan la montaña y sus reglas naturales de convivencia".


    Reportaje extraído de : http://www.elmundo.es/elmundodeporte/2012/09/27/masdeporte/1348742665.html

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