Agustín Vargas
LA NOCHE DE LOS CUCHILLOS LARGOS
15x21cms.; 321 páginas; 1ª edición
P.V.P.: 24 €
Pídalo a:
libreriaeuropa@telefonica.net
15x21cms.; 321 páginas; 1ª edición
P.V.P.: 24 €
Pídalo a:
libreriaeuropa@telefonica.net
El problema era que el pueblo alemán de 1933 no quería extremismos igualitarios a base de agresiones y enfrentamientos, sino trabajo, normalidad y una renovación ética.
Hitler quería esta línea, aunque eso llevara un camino algo más lento para controlar todo el aparato estatal. Y además Hitler temía por su revolución si el Ejército y los conservadores, con Hindenburg como presidente del Estado, daban un golpe de Estado militar. Un enfrentamiento armado entre el Estado —aún no adaptado al Nacionalsocialismo— y la naciente estructura NS hubiera sido nefasto, incluso aunque se ganase por parte de las SA, puesto que los muertos y la violencia hubieran dividido al pueblo y creado un lastre tremendo a la renovación pacífica del paro y la economía. Por eso, ya en 1933 Hitler había reunido a los Gauleiters en la Cancillería del Reich para indicarles que tras la revolución consumada, debía sucederse una normalización del Estado, que si “una locomotora revolucionaria lanzada a toda marcha y a la máxima velocidad, sin freno, se aventurase por un desfiladero, acabaría despeñada”.
No es cierto que Hitler quisiera ser “amigo de los militares” antes que de sus camaradas de las SA. Lo que no podía permitir es que unos mandos de la SA pretendieran a su vez imponer su fuerza al Estado y poner en peligro el logro del poder y la posibilidad de una revolución pacífica como pedía el pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario