ESPAÑA INCÓMODA.

"Demasiado libertinaje en la juventud seca el corazón, y demasiada continencia atasca el espíritu".

Charles Augustin Sainte-Beuve (1804-1869) Escritor y crítico literario francés.


lunes, 5 de diciembre de 2011

"Racismo y realidad" de Joaquim Bochaca.


Las razas existen y son diferentes

19,5 x13 cms., 176 págs., cubierta a todo color y plastificada brillo con solapas.

P.V.P.: 19 €



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El mensaje que transmiten los libros de Joaquín Bochaca supone un soplo de aire fresco en un ambiente cultural donde está dictado de antemano lo que hay que pensar acerca de casi todos los temas importantes. Y nuestro autor lo hace de manera absolutamente rompedora. Lejos de emplear terminologías dogmáticas, casi siempre mediatizadas por una propaganda interesada, Bochaca opta por el procedimiento, un tanto más fiable, de remitirse a los hechos. Máxime cuando vivimos con un imaginario establecido en el que, más que una racionalidad discursiva, se buscan automatismos al modo de los perros de Pavlov.


Pero Bochaca también nos descubre perspectivas nuevas: el “racismo” no sería el enfrentamiento entre personas a causa de su filiación a ciertos grupos humanos, sino más bien la conciencia identitaria que se esfuerza por preservar la herencia cultural, religiosa e histórica, no separable de la herencia biológica de cualquier comunidad humana.


Bochaca considera que el respeto a la integridad global de las comunidades humanas —esto es, a su cultura, herencia biológica, historia, etc.— es la condición primigenia para garantizar el orden político.


Según Bochaca, la única regla general es que el desastre está asegurado cuando se prescinde de la cruda realidad de los hechos.


No deja de ser curioso que cuando, para combatir el “racismo”, se ha llegado a convertir en ortodoxia ideológica la afirmación de que las razas no existen, los humanos de todos los rincones del planeta se resistan a esa imposición exclusivamente occidental, de pensar en términos a-étnicos y a-culturales, como si existieran tan solo hombres químicamente puros, despojados de cualquier atributo identitario.


Los fenómenos de afirmación identitaria étnica y racial son con mucho los principales protagonistas de la histórica política y de la dinámica cultural contemporáneos.

La nomenklatura antirracista se defiende escindiendo lo cultural de lo biológico, y subrayando que lo importante es lo cultural, mientras que lo biológico es tan sólo una mera variación geográfica, sin importancia real, de ciertos caracteres heredables. Pero lo cierto es que a fecha de hoy ha sido imposible diseccionar ese inextricable complejo de factores culturales, históricos, biológicos y religiosos que constituyen todos los pueblos que habitan el planeta, e igualmente en ningún lugar ha podido realizarse esa utopía mundialista y mestiza derivada de la Ilustración.


A este respecto, Bochaca hace notar que incluso en Occidente, lugar donde está radicado el proyecto globalizador de derribar fronteras, suprimir razas y aniquilar culturas, los últimos tiempos han hecho revivir los enfrentamientos raciales, incluso inter-étnicos, hasta el punto de que esos problemas que el “antirracismo” pretendía supuestamente evitar, son la principal fuente de inestabilidad política precisamente gracias a las recetas del mencionado “antirracismo”.


Por todo ello, el remedio propuesto por nuestro autor —respetar la raza, la cultura y la identidad de los pueblos— surge como una receta prometedora y realista, mucho más ajustada a la realidad de lo humano que los delirios mesiánicos del capitalismo global y sus sicarios.

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